HISTORIA

En la actualidad se habla sobre una guerra a muerte entre vampiros y hombres lobo por lo que vemos en las películas.



Muy por el contrario ellos tienen una fructífera relación desde hace cientos de años, habitando en mitos propios de cada uno, lo que a veces formaba otra particular mitología sobrenatural que aunaba a dos criaturas tan difundidas actualmente. Sí puede hallarse una conexión entre ambos, si bien tal nexo nunca refirió a una guerra sino más bien a una asociación de vampiros y hombres lobo con las extendidas concepciones sobre lo sobrenatural, la magia, lo demoníaco y la brujería, tal como se entendía en plena Edad Media. Cito ahora algunos interesantes párrafos de un libro muy recomendable sobre vampiros, que siempre menciono por la abundante información que contiene: Historia Natural de los Vampiros, de Anthony Masters, editado en castellano en 1974. En primer lugar una definición de vampiro:

Del Witney´s Century-Dictionary: “Especie de cuerpo espectral, que, de acuerdo con una superstición existente entre los eslavos y otros grupos étnicos del Bajo Danubio, abandona el sepulcro durante la noche y se procura cierto modo de vida chupando la cálida sangre de los hombres y mujeres mientras estos permanecen dormidos. Hechiceros, herejes, hombres lobo y otros marginados se tornan vampiros del mismo modo que la descendencia ilegítima de padres a su vez ilegítimos y cualquiera que hubiese encontrado la muerte en manos de un vampiro.”

(Primera Parte, El vampiro humano o esponja psíquica: orígenes. Páginas 11,12)

Aquí hallamos la primera relación directa entre vampiros y hombres lobo, por cierto muy ajena a un conflicto armado. Convertirse en un vampiro podía ser el destino final de un hombre lobo, pues ambos se relacionaban con las ideas sobre el mal, Satanás, las brujas y hordas de demonios que aterrorizaban a toda la población de la Europa medieval. Mientras que el hombre lobo pertenecía casi por excelencia al plano físico y vital, aunque visto como maligno, el vampiro en muchos casos tiene su origen mítico en el otro mundo, el reino de los muertos, aparecidos y fantasmas; en definitiva lo etéreo y espectral, que solamente nace después de un suceso tan trascendental y universal como la muerte y la descomposición física.

Pero lo esencial de las creencias al respecto es que ambas criaturas eran igualmente temidas por pertenecer al mismo “bando” del mal, considerados aliados de los demonios que intentaban corromper al hombre, según la visión de la época. Eran considerados dos seres que servían a Satán y sus huestes, al igual que las brujas o lo que se entendía por una bruja en aquel entonces. Por ello es que no peleaban entre sí sino contra la humanidad, desde diferentes planos de existencia que incluso eran a veces el mismo plano. La terrorífica posibilidad de ser mordido y devorado por un hombre lobo, o mordido y desangrado por un vampiro, eran desgracias muy similares que, en última instancia, se consideraban el fatídico desenlace del proceder de los demonios, acechando siempre en procura de la perdición humana. Para un aterrorizado campesino de la Edad Media las posturas actuales, sobre estar “del lado” de los vampiros o los lycans en esta particular leyenda urbana contemporánea, le hubieran parecido igualmente absurdas. Demostrar apoyo o preferencia por cualquiera de los dos seres significaba para él estar del lado de Satanás, y con ello la certeza de ser excomulgado de la Iglesia e incluso sometido a juicio por la Inquisición, torturado y finalmente quemado vivo. Y por supuesto enviado al infierno para pagar eternamente por sus pecados.
Mencionamos ahora otro párrafo del libro de Masters, que referencia nuevamente esta primera relación entre ambas criaturas:
La superstición del hombre lobo es conocida en todo el mundo y es muy semejante a la del vampiro. Mientras que el hombre lobo es más bien un producto del cambio de personalidad, el vampiro es en realidad un miembro del mundo de los espectros. No obstante, y de acuerdo con la creencia popular, un hombre lobo se convertirá en vampiro al morir.
(Primera Parte, El vampiro humano o esponja psíquica: orígenes. Capítulo Licantropía, página 47)
Lo cual tiene su lógica, pues, mediante la transformación en un hombre lobo, se consideraba que la persona ponía en peligro su mente/espíritu/alma en la vida terrenal, luego al morir ya no disponía de su cuerpo físico, ni de lo único que la hacía verdaderamente humana. Y el alma era imprescindible para no descender al infierno y necesaria además para poder entrar al paraíso bíblico. Si te corrompías tanto en vida como para ser un hombre lobo entonces el castigo final era ser convertido en un vampiro… ¿Qué relación más directa y nefasta podría concebirse entre ambos seres? Y en esas circunstancias, ¿a quién le importaría si peleaban entre ellos? Los habitantes de aquella época temían a ambos por igual porque representaban el máximo peligro para sus propias almas y las de sus seres queridos. Pero sigamos ahora con otro aspecto del mito mencionado en el libro:
La relación entre hombres lobo y vampiros es del todo evidente. Seres sospechosos de ser hombres lobo eran quemados después de su muerte para evitar su posible conversión en vampiros, aunque no se descartaba la posibilidad de que los muertos adoptaran lo mismo una forma de otra. Durante el siglo pasado, en Normandía las tumbas eran vigiladas por sacerdotes cuando se declaraba una epidemia de terror hacia los hombres lobo.
(Primera Parte, El vampiro humano o esponja psíquica: orígenes. Capítulo Licantropía, página 49)
El texto subraya nuevamente la idea comentada; si eras un hombre lobo en vida corrías también el enorme riesgo de convertirte en un vampiro cuando muerto. E incluso se consideraba que podías convertirte en cualquiera de los dos. Cito ahora otro párrafo que directamente habla de un ser que podía ser ambas cosas, y otras más incluso.
Los de Valaquia afirmaban que un murony, especie de cruce entre hombre lobo y vampiro, puede adoptar el aspecto de perro, gato o sapo, así como el de cualquier insecto chupador.
(Segunda Parte, Características y prácticas del vampiro. Prácticas del vampiro ruso, página 139)
Continuando con textos de Historia Natural de los Vampiros, leamos ahora con atención las siguientes líneas. Podremos comprobar cómo las ideas que rodean a un mito pueden cambiar a lo largo del tiempo hasta adquirir nuevas funciones, siendo útiles para satisfacer las necesidades del hombre en distintas épocas y culturas, o para actuar como un reflejo de sus miedos.
Los griegos habían creído, hasta cierto punto, en los vampiros, pero los consideraban una versión depravada de sus aparecidos. No sentían temor ante el vampiro, quizá porque sus actividades les eran poco menos que desconocidas. Se produjo un importante cambio en su manera de pensar al descubrir, consternados, que los hombres lobo se convertían en vampiros después de muertos. La leyenda del hombre lobo producía mucho más pánico, y al establecerse esta relación la imagen del vampiro adquirió un siniestro color. Poco a poco la gente olvidó la gentil personalidad de sus primeros aparecidos y la sustituyó por la del monstruo.
(Segunda Parte, Características y prácticas del vampiro. El vampiro griego – Prácticas y protección, páginas 99, 100)
Porque tal como explica previamente Masters, antes los griegos poseían una visión mucho más benévola sobre los muertos y su capacidad de resucitar, solo algunos buenos hombres podían lograrlo y además no regresaban de la tumba como horrendos espectros sedientos de sangre. Lo que produce terror es la nueva unión de una criatura con otra, donde uno de los mitos se ve alterado en su concepción previa y se pasa de una idea a otra, opuestas ambas. Desde un honorable muerto que fue un gran hombre en vida, a un vengativo cadáver que podía asolar toda una región causando enfermedad y muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario